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Un saxofonista jubilado que se ofrece a tocar en eventos, una artista de 76 años que da clases de pintura o un fontanero que, por un precio razonable, podría hacer los arreglos que lleva haciendo toda su vida. «Puede haber por ahí una persona que te puede ayudar en muchas cosas y que aún no conoces», afirma Núria Ricart mientras repasa con una lija una antigua cajonera. Esta bibliotecaria jubilada de 72 años lleva varios meses aprendiendo restauración y ofreciendo su experiencia a otras personas a través de Phyltime. Se trata de una plataforma online que fomenta la actividad y ocupación de las personas mayores.
«Creía que era bastante torpe y la pintura me daba un poco de miedo, en cambio, me gustan mucho las antigüedades y pensé, por qué no aprender a restaurar», comenta Ricart. En un pequeño estudio del barrio de Sarrià de Barcelona, ella y sus compañeras pasan las tardes entre cinceles y barnices. Con el tiempo, esto se ha convertido en una excusa para poder pasar tiempo juntas y salir de casa. «Me registré en la aplicación porque quería seguir sintiéndome activa aunque ya no trabajara, y de paso conocer gente nueva», explica Ricart. Apenas sabe usar un teléfono móvil pero con emoción abre las notificaciones de Phyltime cada día. Un curso de costura, una escapada a un museo o clases de guitarra: no hay limites para una tercera edad con ganas de relacionarse.
«Una las principales características de la plataforma es su función social», explica Juan Luis Domínguez, responsable de Phyltime. Basta con registrarse en esta red, añadir la ubicación y la actividad que ofrece o que solicita el usuario. Después, con una herramienta de comunicación interna similar a WhatsApp, los usuarios llegan a un acuerdo sobre la actividad a realizar y su precio. «Hace cinco años mi madre se jubiló y de un día para otro dejó de tener ese ritmo vital que tenía con su trabajo. Era como un avión que se estrella», cuenta Domínguez. Bajo el lema ‘Stop al ‘viejismo’, esta plataforma ha ido creciendo exponencialmente y ya han visitado Phyltime más de 150.000 personas mayores de 50 años en España y Latinoamerica.
“En el grupo de restauración somos todas de edades parecidas, hay una prejubilada de 65 y luego hay una que, aunque no lo diga mucho, tiene 84, pero está perfecta.”, comenta entre risas Ricart. Aunque iniciara su pequeña andadura por la tecnología de las redes sociales con dubitación y terquedad, esta septuagenaria de 72 años ya es una fiel de internet y de sus posibilidades. «Gracias a ideas como esta, mis compañeras y yo podemos juntarnos, salir de casa y divertirnos un rato», concluye Ricart.
